Aquella misma noche, regresó Lawrence. Chesk, que curaba a uno de los perros sentada sobre el suelo, fue la primera en oír sus pasos:
– Se acerca alguien… viene sólo… - y tapó suavemente la boca del animal para que no ladrase.
Con un solo movimiento, Prevost sacó la espada y se apostó tras la puerta de madera.
- Ja, ja – se oyó una inconfundible risa al otro lado – ¿es así cómo reciben a los amigos en esta parte del mundo?
Prevost descorrió el cerrojo improvisado, y la puerta se abrió, para dejar entrar a un cansado y sonriente Lawrence, que avanzó resueltamente hasta la mesa:
– Os traigo algo que puede hacernos ganar esta guerra – anunció solemnemente, mientras ponía sobre el mueble un bulto envuelto en telas.
– ¿De qué se trata?
– ¿Es una reliquia? – preguntó Chesk, incorporándose.
– No, es mucho mejor, ¡es fuego griego!
Lawrence retiró los paños y dejó a la vista un pequeño recipiente de barro, cuidadosamente sellado con algo que parecía cera derretida. Retiró entonces el sello y el tapón y todos pudieron ver el contenido: un fino polvo oscuro. El irlandés retrocedió unos pasos y observó las reacciones con una sonrisa burlona:
– Oh – dijo Chesk.
– Hum – gruñó Freman.
– ¿Y? – preguntó Prevost, alzando una ceja.
A modo de respuesta, Lawrence tomó un pellizco del polvo y, con gesto teatral lo arrojó sobre la hoguera…
La explosión lanzó por los aires toda la cacharrería colgada en la cabaña de barro y ramas. Freman se cayó de la silla, Prevost saltó por la ventana, y el perro que Chesk sostenía en brazos se revolvió y salió corriendo con la pata herida en alto, mientras aullaba y ladraba a todo pulmón. Rakras, que había escuchado el estruendo desde su puesto de vigilancia, corrió hacia la cabaña espada en alto:
– ¡Idiotas! – entró y protestó –¿Es que queréis que los sabuesos de Roderick sepan dónde acampamos? – pero al observar los estragos de la explosión, levantó las cejas y abrió mucho la boca.
Lawrence se había quedado blanco como un muerto, pero intentaba disimular el susto. Tosió, carraspeó y explicó:
- Lo había encargado hace unos años a un viejo compañero de armas, pero es difícil de conseguir, pues los griegos guardan celosamente el secreto. Usaron este polvo explosivo para frenar a los sarracenos, hace ya unos cuantos años, y es natural que se muestren reacios a compartir la fórmula. Lo mejor de todo no es que haya conseguido una muestra, ¡sino que tengo también la receta original! He tenido que jurar solemnemente que no divulgaría la composición del polvo, pero creo que puedo fabricar lo suficiente para combatir y derrotar a Roderick y a sus amigos mahometanos.
Volvió a pasear la vista por los presentes, y esta vez comprobó cómo se dibujaban amplias sonrisas en los tiznados rostros.
Me vais a tener que perdonar los "implicados" por tomarme las cosas con este humor: lo he hecho para no reventar. Me he tomado la libertad de dibujaros como en un comic: un grupo de refugiados atrapados en tierra de nadie, en pleno centro de Hispania, luchando contra el malvado Roderick que se ha aliado con los sarracenos. Espero que nadie se moleste... incluidos los muchos no incluidos: una escena no da para tanto, y en definitiva, mi papel ha sido gruñir un par de veces. No creo que me den un Oscar por mi actuación...
Supongo también que esto puede verse como una forma de "meme", pero no me atrevo a nominar a nadie. Quien quiera autonominarse, que me lo diga, y lo enlazo.
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