sábado, enero 03, 2015

En piel y cerebro ajeno

Como en Occidente nos sobra el dinero, especialmente en Catatonia, una universidad de aquellos parajes se ha unido a un par de universidades inglesas para "investigar sobre el racismo".
En pocas palabras, un programita te cambia virtualmente el color de tu piel, y algunos rasgos faciales, para que sientas lo que es ser negro (o púrpura, o como aquellos azuletes de Avatar).
Naturalmente, el realismo virtual tiene sus límites. Para superarlos, propongo a los autores que administren alguna droga a los participantes que anule de golpe quince puntos del Cociente Intelectual, si es para sentirse como un negro norteamericano (que tienen genes europeos a gogó), o incluso treinta puntos, si es para simular que eres un subsahariano recién sacado de la Nigricia. La simulación sería incluso más real si consiguiesen imitar el efecto de las variants del gen de la monoaminoxidasa A (MAO A) que son más comunes en personas de raza negra y que propician la agresividad. Yo, lo de tener la piel de otro color, lo llevaría relativamente bien (la verdad es que soy bastante morenito). Pero me costaría mucho renunciar a mis 145 puntos de CI, y no digamos ya quedarme en unos meros 85 puntitos como una Qunisha o un LeBron cualquiera.

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viernes, diciembre 05, 2008

Sleeping Beauty

Is this the real life, is this just fantasy?
Caught in a landslide, no escape from reality

La visión

La niña se ha clavado, sin querer, la aguja en la punta de un pulgar. La suave piel se ha desgarrado y una gota de sangre asoma por la microscópica brecha. La aguja comienza a caer, en la habitación de los espejos...
Sleeping Beauty
Myrddin no está en la torre. Vive fuera de nuestro mundo, al margen del espacio y del tiempo, y con cada latido del corazón de la tortuga, manipula un bit de información. La aguja es un puñado de ceros y unos que perturba la calma de un océano de fotones. Un fotón ha saltado antes de la gota de sangre, y entra en el área de influencia de la aguja. Myrddin calcula el ángulo de incidencia y obtiene el ángulo de reflexión. Mucho más tarde, este fotón chocará con el encaje blanco de las cortinas y teñirá de rosa una microscópica fracción de la tela. Aunque nadie lo notará, el mago sigue permutando sus ceros y sus unos.
Le llevará una eternidad completar los cálculos, pero su tiempo no es el nuestro. Y cuando haya llevado el Universo a su próximo estado coherente, el reloj de la torre marcará el siguiente nanosegundo. La aguja continuará cayendo, la sangre seguirá engordando la roja perla del dedo, y las señales de dolor comenzarán su largo camino hacia el cerebro de la niña.
En Amsterdam, Spinoza despierta de su siesta...

Las perlas de Indra

  • Las perlas de IndraNuestra idea de algoritmo es una configuración de bits que varía de un estado a otro. Estos estados se desarrollan en el tiempo: el algoritmo se desarrolla al compás del latido de un reloj.
  • Si el Universo es un algoritmo, está claro que no puede ejecutarse sobre lo que convencionalmente entendemos como tiempo: la Relatividad descarta la existencia de un tiempo global.
  • En realidad, "nuestro" tiempo es generado, junto con el espacio, por la ejecución del algoritmo.
  • Una de las mayores objeciones a priori a la idea de un Universo algorítmico es la prácticamente inimaginable potencia de cálculo necesaria. Sin embargo, nos parece natural que exista un universo "corpóreo" con la masa, o energía, del nuestro.
  • La objeción toma frecuente esta forma: ¿cuánto tiempo llevaría calcular la trayectoria de los fotones en una habitación cerrada?
  • Sin embargo, la pregunta no tiene mucho sentido: este algoritmo no se ejecuta sobre nuestra línea del tiempo. Myrddin tiene todo el tiempo del mundo para tejer el destino de cada fotón.
  • Somos como la Bella Durmiente: solamente "despertamos" cuando se ha producido un cambio significativo en nuestro entorno. Entonces, las manecillas de Cronos avanzan, localmente, la distancia de una muesca, y la nueva orientación del cono de Anagké guiará los pasos de la causalidad.

El camino

¿Es esta idea una fantasía más propia de la ciencia-ficción? Por supuesto que lo es. ¿Merece la pena tomársela en serio? No se lo recomendaría a un físico, pero sí a un matemático. Hay, de momento, demasiada distancia entre el planteamiento y su objetivo: es prácticamente imposible llegar a la teoría desde la Física. El camino inverso, sin embargo, es transitable. Merece la pena probar si es posible crear una teoría algorítmica compatible con las principales teorías físicas. Por ejemplo, ¿es posible simular un espaciotiempo con las características exigidas por la Relatividad General? Sería incluso un logro si alguien descartase esta posibilidad definitivamente: una rama estéril podada del árbol de búsqueda de la Física.
El cono de Anagké

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miércoles, octubre 17, 2007

Elemental, Watson

Examining the evidence...James Watson ha hablado, y la muchedumbre ha hecho lo suyo, que es escandalizarse:
Sinceramente, no sé si tiene razón. No es mi especialidad, y tampoco trato cotidianamente con una muestra significativa de personas. Pero si me guío por mi experiencia, sobre todo la de los años de universidad, apostaría por Watson.
Hagamos un experimento mental: es usted secuestrado por unos mafiosos rusos, y la condición para no matarle es que resuelva un complicado problema matemático. Eso sí, le dan la oportunidad de hacer una llamada telefónica a uno de dos números, y le advierten que una de las personas es blanca y la otra es negra. Si me dice que llamaría al negro, perdone, pero es usted un idiota. Si me dice que lo decidiría con una moneda, puede que le crea, puede que no. Yo, conociendo a matemáticos y físicos, tanto graduados como estudiantes, tengo muy clara mi elección. Dicho sea con perdón...
Yo quiero creer que todos los seres humanos tenemos la misma inteligencia, con independencia de la raza. No creo que eso afecte a cosas como a la humanidad, o los derechos de las personas. ¿Por qué sí aceptamos las diferencias en el rendimiento físico y decidimos cerrar los ojos cuando se trata del rendimiento mental?
Todavía, si yo fuese cristiano, y creyese que Dios sopló la consciencia un buen día en las narices de un mono comatoso, podría creer más fácilmente que, por uno de esos milagros, todas las razas se han desarrollado con una uniformidad que ni siquieran presentan los propios individuos dentro de una misma raza (para decirlo todo, además de creer en Dios, tendría que pasarme por el forro las historias sobre Sem, Cam, Jafet y el borrachuzo de Noé). Pero soy ateo, y la aceptación a priori de tanta uniformidad impone unas condiciones sobre la evolución de la especie... que pueden ser ciertas o pueden ser falsas.
De lo que no me cabe la menor duda es de la inteligencia de la patulea que se ha dedicado a vapulear a James Watson.

Temas relacionados:
  • El pueblo de los 7.000 años
    La opinión autorizada de Eduardo Robredo.
  • Los descendientes de Adán Cudeiro ya comían mariscos
    Es interesante, porque parece sugerir a un origen sudafricano de nuestra especie. Por cierto, la categoría "raza negra" es una simplificación extrema: hay muchas diferencias entre el negro bantú, cuya expansión por casi toda Africa es relativamente reciente, y los "negros" (de color amarillo oscuro) del sur del continente, como Nelson Mandela.
  • Los neandertales y el gen del habla
    A quien no esté muy ducho en temas de genética, puede resultarle sorprendente que la habilitación de algo tan complejo como el habla, pueda depender de un "simple" interruptor localizado en un gen. Pero no deberíamos sorprendernos: en un sistema complejo, hay pocas formas de hacerlo bien, y mil quinientas maneras de cagarla.
  • Reclaman la retirada de "Escenas de matrimonio"
    Otro ejemplo de la idiotez giliprogre. Lo más llamativo ¡es que se quejan de las risas enlatadas! Supongo que temen que alguien piense que son de verdad y que lo que dicen en el programa, sea lo que sea, tiene alguna gracia. De modo que está mal que James Watson diga que los negros no son tan inteligentes. Pero está bien que la Federación de Mujeres Progresistas nos llame imbéciles a todos...
Y repito: si un grupo humano, llámese "blancos", "negros" o "amarillos", presenta un déficit o exceso de origen genético que afecta negativamente a su rendimiento intelectual, es del interés de todos identificar el problema y ayudar a corregirlo o compensarlo. Estamos en el umbral de una revolución médica, y no se trata de absurdas clasificaciones raciales o de cerrar puertas a los individuos. La especie humana, en su conjunto, libra una carrera contra la Entropía, como todas las especies, y mientras más cerebros lúcidos estén en nuestro bando, más probabilidades tendremos de sobrevivir... otro milloncejo de años, al menos.

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lunes, octubre 15, 2007

El átomo de Bohring

Por supuesto que todos tenemos fe en algo. Esta es una parte muy importante de mi credo:
Creo que el mundo es "explicable".
El fascinante mundo de las partículas subatómicas
Parece simple, incluso trivial, pero pronunciada por un ciberspinozista panenteísta, la frase tiene mucha trampa. Y es que donde he puesto explicable, debería haber escrito computable. Sería mucho más exacto... pero supongo que seguirá pareciendo oscuro. Demos, entonces, un paso más hacia la luz:
Creo en un Universo algorítmicamente computable.
No se trata sólo de un Universo sujeto a leyes: mi proposición habla de la forma específica de esas leyes, y no se reduce al determinismo laplaceano. La idea del Universo como algoritmo, según la persona, puede sonar pueril o absurda. En ambos caso, la persona es presa del "fetichismo del Cálculo". Desde Newton, nos hemos acostumbrado a pensar en la Física como el resultado de unas ecuaciones diferenciales que describen un continuo. Incluso la Mecánica Cuántica parte de ecuaciones de este tipo antes de llegar a sus resultados discretos. Sin embargo, las leyes de Newton describen una sencilla simulación algorítmica: qué le ocurre a una partícula puntual que sufre una aceleración durante un intervalo de tiempo infinitesimal. La Mecánica Cuántica, a pesar de su extrañeza, no es muy diferente; si no me cree, consúltelo con Richard Feynman.

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miércoles, agosto 08, 2007

El Grito

El Profesor José María Nottehödde, de la Universidad Virgen de las Moñas

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viernes, agosto 03, 2007

La Respuesta de la Esfinge (II)

XYVamos a llamarla X, aunque se trata de una actriz famosa. Su amigo Y le convence para que se convierta en vegan, una variante radical, casi religiosa, del vegetarianismo. Deja de comer carne, pero también renuncia a los huevos y la leche, pues no se trata tanto de buscar una ventaja dietética como de evitar el sufrimiento de los animales de granja... que no existirían como individuos de su especie de no ser por esas mismas granjas. ¡Oh, no, no me burlo! Reconozco que se trata de un dilema ético que se las trae, y que mi decisión está muy determinada por mi apetito de carne roja y jugosa.
Todo marcha bien. Su peso se estabiliza, y eso es bueno para su belleza, al menos de acuerdo con nuestros actuales cánones de belleza. Muchas plantas son ricas en fitoestrógenos (¡la maldita soja!), por lo que en realidad, la dieta la convierte en una especie de superhembra, aunque sin superpoderes y sin la maldita kriptonita.
Un buen día, X queda embarazada. Acude a su médico, y éste se muestra tajante: debe abandonar, al menos temporalmente, su dieta extrema. Por una parte, es de sobra conocido que una dieta estrictamente vegetariana... no es sana. El paciente, pues se trata de un paciente, debe ingerir suplementos con vitamina B12. El calcio también suele ser un problema, y los ahora famosos ácidos grasos omega-3. Estos son problemas que afectan al propio vegan, y si se trata de una embarazada, indirectamente al feto.
Hay, sin embargo, problemas específicos relacionados con el embarazo. Cualquier culturista que cuide su dieta sabe perfectamente que las fuentes de proteína vegetal no proporcionan todos los aminoácidos que necesitamos. Incluso la proteína del huevo no da la talla como única fuente de aminoácidos. Quien le diga que lo más "natural" para las personas es una dieta vegetal, le está mintiendo. La evolución nos ha diseñado para comer carroña diversa, acompañada de algún hierbajo ocasional para darle consistencia a las heces. Ah, y frutas con altísimo índice glucémico, para calzar la magra dieta y que el cuerpo aproveche los escasos nutrientes gracias al subidón de insulina. Oh, sí, con esta dieta es difícil llegar a los cien años, pero eso a la Naturaleza se la trae fláccida. Al fin y al cabo, razona la Señora, es más probable que antes nos mate un mamut o un tigre dientes de sable, o que nos abra la cabeza un hideputa de alguna tribu vecina. Lo antinatural, en realidad, es que vivamos más de cuarenta.
El caso es que, si sumamos las carencias de ciertos aminoácidos a la abundancia de fitoestrógenos, obtendremos problemas para el desarrollo del aparato genital de los fetos masculinos. El niño puede nacer con sus genitales deformados, y además, puede sufrir déficits de tetosterona en su vida adulta. La lista de desastres potenciales es larga, pero voy a detenerme aquí para no agobiarle en exceso. X, que no por ser actriz era necesariamente tonta, tampoco se agobió. Mandó a paseo, al menos temporalmente, la maldita dieta en beneficio de su futuro bebé. No olvide, sin embargo, que se trata de una actriz famosa, con acceso a los mejores médicos disponibles en su estado. Puede incluso que la haya visto el mismísimo doctor House...
Lo que quiero decir no es tanto que los intereses biológicos de una madre y su hijo sean opuestos, pues eso es evidente. Es interesante, eso sí, que la divergencia sea mayor cuando se trata de un hijo varón que de una hembra. Pero lo que me llama la atención en esta historia no es el papel de X, sino el de Y. ¿Recuerda? Es el amigo varón, también un actor famoso. La dieta vegan es mucho más nociva para él que para una chica. ¿Cómo es que actúa como vector transmisor de la mema infecciosa? Sólo hay que pensar sobre qué opinará de estas cosas, en el futuro, el hijo de X.

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sábado, julio 28, 2007

Eso del honor

The Very Honorable Barbie's BeltLos españoles siempre hemos sido gente muy rara. Circula por Europa la caricatura del español pobre como una rata, corto de mollera, pero muy orgulloso, celoso de su honor y amante de las tradiciones. Es cierto que una caricatura sólo es una simplificación exagerada de la realidad, pero lo extraño es que nos encontramos muy cómodos con ella. O la Caricatura imitó fielmente la Realidad, o la Realidad se sintió tan atraída por la Caricatura que terminó amoldándose a ella.
El "honor" por el que en tiempos pasados se rebanaban gargantas tenía un sentido bastante estrecho y adecuado a la época. Significaba que tu madre sólo había conocido un varón, y eso, sólo después de que el cura diese el correspondiente permiso. Implicaba que tu hermana seguía el mismo camino, y que llegaría intacta al floreciente mercado matrimonial. Y quería decir que la mujer obedecía en todo al esposo, incluso cuando el esposo era un hijo de puta maltratador, que se hallaba a gusto entre meretrices o efebos o si le gustaba satisfacerse con el pomo del espadón. Era un concepto del honor muy cómodo, pues no dependía de uno mismo, sino de los demás. Específicamente, de las mujeres que te rodeaban y de las bofetadas que les pegases. Esa idea sigue vigente entre los partidarios de la llamada religión de la paz (de los sepulcros) con las consecuencias que todos conocemos.
Pero las palabras cambian su sentido con el tiempo, y "honor" no iba a ser una excepción. Para mí, "honor" se ha convertido en una serie de exigencias que me hago a mí mismo, no a los demás. La primera de ellas, respetar a los más débiles. Observe que digo "débiles", sin precisar categorías. Por lo general, eso incluye a las mujeres, cuando se trata del uso de la fuerza física. Pero mi definición excluye claramente a personas como María Teresa Fernández de la Vega, Letizia Ortiz Rocasolano e incluso Sofía de Grecia. Se trata de gente poderosa, muy poderosa. No quiere decir que tenga que mofarme de ellas o despreciarlas automáticamente. En mi código, también hay que respetar el mérito: la inteligencia, la bondad, el coraje. Eso sigue dejando fuera a un par de miembros de la lista anterior.
Respeta a los débiles. Admira a la gente buena. No está mal: "Los Dos Mandamientos de Freman". Pero hay un tercero, para redondear la cifra: no respetes a quienes se pasan alguno de los dos primeros mandamientos por el forro. J.J. Benitez entra en esta tercera categoría. ¿De verdad se cree todas las gilipolleces que dice y escribe? O es muy tonto, o es un manipulador. Un manipulador es alguien que se aprovecha de la debilidad de los crédulos. Eso, va contra el honor.
Pero antes cabía la posibilidad de que sólo fuese un tonto más. ¿Quién puede leer la mente de un hombre y descubrir lo que guarda en su corazón? De serlo, sólo estaría violando el Primer Mandamiento. Al interponer una querella contra alguien que le explicaba sus errores, y llevarla a sus últimas consecuencias, ha violado mi Segundo Mandamiento: respetarás aquello que merece la pena. En este caso, el conocimiento. De una forma u otra, el Magufo Mayor del Reyno de España demuestra desconocer eso del honor.
Ah, sí. Está lo del juez... pero, para abundar en el tema, tendríamos que hablar de otra caricatura exitosa. Sólo me permitiré una observación: nuestros jueces y políticos se llenan los carrillos berreando sobre el respeto a la actividad de los jueces. Que no nos tomen por tontos: el respeto a la judicatura significa que los poderes legislativo y ejecutivo no interfieran en la actividad de los togados. De ninguna manera quiere decir convertir a gente poderosa, quizás demasiado poderosa, viendo lo visto, en santones intocables.
Más información:

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miércoles, julio 25, 2007

La tribu de los cleptómanos optimistas

Hoy precisamente, mientras Eduardo Robredo escribe sobre chimpancés hippies, El Mundo nos regala otra tontería rousseauniana:
Feliz muchacha etíope a punto de ser alegremente devorada por un cachondo felino salvaje (cantemos: ingonyama nengw' enamabala!)Estos “científicos españoles” no estarán locos, como los romanos de Asterix... pero sí un poco gilipollas. Como Homer Simpson, clavan los dientes una y otra vez sobre la rosquilla ideológica, sin mirar el anzuelo que se encaja en... bueno, creo que ya se habrá hecho una idea.
Es cierto que ésta no es mi “especialidad”, pero hay un claro patrón en noticias como ésta: se supone que alguien descubre una característica de un pueblo poco conocido. Siguiente paso: el descubridor se lanza de cabeza a afirmar que se trata de una característica “cultural”. Nada que ver con la maldita y determinante biología. Los afars no parecen deprimidos: al menos, no los hemos visto en una farmacia comprando Prozac, o pidiendo la baja médica a la Seguridad Social. Y sus mujeres no parecen agobiadas. Es verdad que no podemos hablar mucho con ellas, porque los celosos maridos no nos lo permiten, pero nos han asegurado que sus parientes son el sumun de la felicidad. Ni siquiera sufren la depresión post-parto, que parece ser de origen somático a este lado de la civilización. A estos felices afars no se les aplica aquel latinajo de post coitum, omne animal triste est. Aquí todos follan, y luego se sacuden el polvo de lodo seco de lo más contentos, aunque algunos más que otros.
Una vez establecido el hecho con seguridad, llega el turno de las explicaciones. Son felices porque no son como nosotros. Uno de los expedicionarios nos sermonea:
El individualismo patológico nos genera problemas que estos indígenas desconocen porque viven en núcleos pequeños.
Y nuestras hipotecas, no lo olvide, que son impagables como la deuda externa según Castro. Es que mientras nosotros sufrimos por el acoso bancario, ellos sólo tienen que apechugar con insignificancias, como una elevadísima mortalidad infantil. ¿Que a un aborigen se le muere un hijo? ¡Qué coño, pelillos a la mar y polvo al polvo! Echan otro casquete, sin depresión post-parto, claro, y todos felices. ¿Que Simba se zampa al abuelo? ¡Qué abuelo más cachondo! Mira que suicidarse indeprimidamente entre las fauces de un león. ¿Cómo? ¿Qué también se ha zampado a mi alegre mujercita? Hakuna matata!
¡Quién sabe! No soy un especialista, ¿recuerda? Pero me extraña que nuestros genios no se hayan fijado en varias características sorprendentes de la población de la zona. La primera es muy conocida: suelen ser estupendos corredores. He incluso leído que se debe a la selección natural... o casi natural. Un pueblo ganadero es siempre un pueblo de ladrones. Al parecer, el afar que no corría lo suficiente cuando lo pillaban de cuatrero... sufría una alegre e indeprimible muerte. Reunían a los ancianos más chistosos y al pobre ladrón lo mataban de la risa. Lo segundo quizás le sorprenda: ¿ha visto alguna vez un etiope o un eritreo en una universidad occidental? Yo he conocido unos cuantos, y créame, puede que haya sido coincidencia, pero todos eran pequeños genios en potencia para las matemáticas.
No sé si realmente los afars desconocen la depresión, pero de ser un hecho, ¿no habría que mirar primero en la biología antes de tragarse la historia del buen salvaje y la tabula rasa?
Hace poco, la prensa aireaba una historia muy parecida: unos “investigadores” noruegos afirmaban haber descubierto que los hijos mayores suelen tener un C.I. más alto. Y la explicación era parecida: la causa estaba en la mayor responsabilidad del hijo mayor, que le obliga a ser más inteligente. No importa que los hermanos menores suelan hablar y andar antes, gracias a una mayor riqueza de estímulos en su entorno. La tabula rasa, haciendo estragos nuevamente...

Pero la teoría no es del todo falsa. De hecho, si le hacemos caso a Matt Ridley (¡que sí es un especialista!), los varones mayores de cada familia tienen (tenemos) ciertas ventajas, sobre todo en características relacionadas con la masculinización durante el embarazo mediante la tetosterona. Las hermanas no tendrían este handicap relacionado con el orden de nacimiento. Ni tampoco lo tendría el siguiente hermano de una primogénita. Una encuesta que no tuviese en cuenta estos hechos ampliamente conocidos, podría simplemente mostrar una correlación más débil, pero aún significativa, entre la inteligencia y el orden de nacimiento.

(... y no, un cleptómano optimista no era un psociata con cargo público cantando la Macarena... )

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domingo, julio 22, 2007

El Hombre Anumérico

Un agujero negroNos burlamos del analfabetismo, con toda la razón, pero dejamos que el anumerismo campe entre nosotros y haga mella de las mentes más débiles. Es incluso políticamente incorrecto ridiculizar las trolas numéricas. Es que se pone uno tan snob y soberbio...
Acabo de ver la publicidad de una aseguradora de coches, que ofrece 12 meses al precio de 11. Y un par de titiriteros proclaman desde la pantalla de la tele que no se trata de un mero dos por uno, o de un vulgar tres por dos, ¡sino de doce por once! Es la oferta, nos aseguran, de todo un visionario.
La peor burrada anterior a ésta era un anuncio de móvil (he olvidado la marca). Un camarero le explicaba al sorprendido propietario que su móvil tenía... ¡emepetrés, que es la mejor calidad musical posible!
De hecho, el formato MP3 es una de las peores desgracias que se han cebado con la industria musical: es un formato de compresión "psicoacústico". Considera que, dentro del barullo, ciertas frecuencias se notan menos, y se carga dicha parte del espectro antes de comprimir un fichero musical. Es cierto que un oído no educado no percibe la diferencia entre el MP3 y el original... pero no es mi caso, ni el de muchas personas. En su momento, fue una idea útil mientras el ancho de banda de las conexiones a Internet no era el suficiente, y mientras las memorias portátiles estaban en su infancia técnológica. Ya no existen prácticamente motivos para seguir con el puñetero MP3... pero la abundancia de dispositivos y de ficheros machacados está ralentizando la adopción de novedades revolucionarias en la escena musical, como el audio de alta definición o los distintos formatos envolventes.
... y si le parece que esto es cosa de nerds sin consecuencias prácticas, dígame rápidamente en cuál oferta la unidad es más barata: lleve tres y pague dos, o llévese la segunda unidad a la mitad.

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sábado, junio 23, 2007

La respuesta de la Esfinge (I)

DN-eyeUn ejemplar de una especie alienígena atrapa a un ser humano. Le introduce un tentáculo a través de la faringe y deposita una larva en sus pulmones. Ahí crecerá, hasta el día en que desgarre la caja torácica, mate a su anfitrión y salga al exterior para intentar repetir el ciclo.

Ripley y su alien

Cambiemos de escena. Esta vez, un organismo introduce su tentáculo a través de un orificio de un espécimen diferente, e inyecta millones de células especializadas, con copias de su información genética, dentro del organismo receptor. Una vez dentro, una de las células del donante se instala dentro de una célula del anfitrión y comienza a crecer. Al cabo de nueve meses, el nuevo animal se abre paso hace el exterior, siguiendo el camino inverso de su entrada, desgarrando tejidos y provocando, en muchos casos, la muerte del animal parasitado. En ocasiones, se hace necesario abrir la cavidad abdominal del receptor y apartar las vísceras para poder sacar al parásito. Una vez fuera, el nuevo organismo intentará repetir el ciclo.
¿Qué diferencia hay entre estos dos casos? ¿Es que existe alguna? ¡Pues claro que existe! Antes de que Alien tuviese la suerte de tropezar con Ripley y el Nostromo, la raza humana y la alienígena eran completamente ajenas a la existencia del otro. Por el contrario, la danza del parasitismo sexual viene bailándose en nuestro planeta, sobre las aguas, bajo las aguas y al lado del agua, desde tiempos inmemoriales. No la inventamos los humanos. Hace eones que la muerte y la vida danzan en círculos concéntricos, y han tenido todo ese tiempo para convertir la tragedia en pantomima; pantomima que incluso llega a resultar placentera.
Aunque he dibujado al organismo del tentáculo con colores siniestros, tanto el donante como el receptor se benefician de la sagrada ceremonia. Tanto es así que la mitad de las veces, el parásito se parece al donante y la otra mitad al receptor.

Guerra molecular

Quizás le parezca que la visión que le he mostrado sólo podía ocurrírsele a alguien a quien le patinan los engranajes. Así sería si mi versión de los hechos fuese gratuita; esto es, si fuese una mera reinterpretación que no aportase nada a la explicación de los hechos. Pero cualquier estudiante de Biología le dirá que no es así. Existe un antagonismo entre los cromosomas X e Y, una especie de lucha a muerte entre ambos cromosomas. Por fortuna, ninguno de ellos ha logrado derrotar completamente al otro. Si eso ocurriese en algún momento, quizás nos extinguiríamos. O quizás surgiría, a partir de los restos de la especie humana, una raza de lagartos mutantes rosados tortilleros, aficionados al ikebana, a los culebrones venezolanos y a conjuntar bolsos y zapatos.
El cromosoma X ha acumulado, a lo largo de la evolución, genes que son útiles para las mujeres, mientras que el cromosoma Y ha atraído a los genes útiles para los hombres. El problema está en que muchas de estas características son incompatibles, y eso provoca una situación singular: poseemos dos copias ligeramente diferentes de cada uno de los restantes 22 cromosomas, de manera que un fallo en una de las copias puede mitigarse gracias a la presencia de la otra copia. Eso no ocurre con los cromosomas sexuales. Cuando un espécimen posee dos copias del cromosoma X, las características femeninas logran expresarse libremente. Cuando el espécimen recibe un cromosoma Y, éste se impone al cromosoma X y el ejemplar adquiere rasgos masculinos.
Desde la perspectiva de los propios genes, que es la que importa, es natural que el cromosoma X vea al cromosoma Y como un parásito. En consecuencia, el cromosoma X se ha especializado en putear (con perdón) al cromosoma Y todo lo que ha sido posible. Pero, ¡no estoy hablando del comportamiento de los organismos, cuidado, sino del comportamiento de los propios genes!
También existen repercusiones para los propios organismos que son fabricados por esos genes. Un embarazo es sumamente parecido, como ya he insinuado, a una infección. La madre se encuentra, de repente, con material genético extraño en su interior. Su organismo sabe reaccionar a estas amenazas, destruyendo al intruso. Este, sin embargo, desarrolla medidas defensivas para poder alimentarse durante nueve meses de su madre sin que ésta lo mate. A veces fallan las contramedidas: la eritroblastosis fetal, o enfermedad hemolítica del recién nacido, se presenta cuando madre e hijo tienen sangres incompatibles, casi siempre debido al famoso factor RH. Lo trágico e irónico es que este problema es poco frecuente durante el primer embarazo. El conflicto se desata cuando el sistema inmunológico de la madre “aprende” a luchar contra el feto tras haber padecido la “enfermedad” al menos una vez.
¿Quién va ganando en esta guerra? A decir verdad, el cromosoma X tiene ventajas que no voy a detallar para abreviar, y casi se ha salido con las suyas. Digo “casi” porque el cromosoma Y ha adoptado la única estrategia posible: pasar a la clandestinidad. Su tamaño se ha reducido, para ofrecer la menor superficie de ataque a su amada enemiga. Sus funciones se han reducido, y la mayor parte de su contenido es chatarra, para que X no logre detectar su presencia.
Hay otra señal sorprendente de esta callada guerra molecular. Al parecer, existe una clara correlación entre el número de hermanos mayores varones y la homosexualidad masculina. Según Matt Ridley, en su “Genoma”, el incremento de la probabilidad es del 33% con cada hermano mayor. No importa el número de hermanas mayores, y no existe correlación alguna si se trata de la homosexualidad femenina. Aunque todavía se desconocen los detalles, la explicación tiene que ver también con el antagonismo de los cromosomas sexuales: con cada hijo varón, el organismo de la madre aprende a luchar más eficientemente contra el “parásito invasor”. Tenga presente, no obstante, que estamos usando la intencionalidad sólo como metáfora: la madre no tiene control alguno sobre estos acontecimientos. Tampoco el gen “piensa” o “planea” en sentido estricto: se trata simplemente de un algoritmo que se desarrolla automáticamente.

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