Crónicas de una Edad Oscura (I)

Belloc: It was the Dreyfus case that opened my eyes to the Jew question. I'm not an anti-Semite. I love 'em, poor dears! Get on very well with them. My best secretary was a Jewess. Poor darlings — it must be terrible to be born with the knowledge that you belong to the enemies of the human race.

Kingsmill: Why do you say the Jews are the enemies of the human race?

Belloc: The Crucifixion.

Uno de los argumentos más queridos por Moa y los milfers que le rodean es la tontería aquella de que el ateísmo conduce al totalitarismo. Ateos, como creyentes, los hay de todas las condiciones y tipos psicológicos. Pero Moa insiste y muestra, como presuntos ejemplos, el comunismo y el nazismo, como supuestos frutos del ateísmo del siglo pasado. El comunismo, qué duda cabe, era un régimen con ideología atea… aunque hay que ver qué bien se lo montó la Iglesia Ortodoxa en Rusia, sobre todo durante y después de la 2GM, y la Iglesia Católica en Cuba. Otra historia es la del carácter ateo del nazismo. Jeff Jacobi, por ejemplo, en su intento propio de demonización del ateísmo, ha sido mucho más prudente, y sólo ha mencionado a Stalin y Pol Pot.

Pero Moa todavía lucha por liberarse de los últimos restos de la ideología marxista que profesó durante décadas. Lo que Moa pretende es más ambicioso: demostrar que el ateísmo conduce al autoritarismo. No usará las tres leyes de la dialéctica del materialismo en su demostración, pero recurrirá al pensamiento mágico-analógico tan querido por nuestros paisanos “intelectuales”, y así podrá demostrar, con sólo proponérselo, que la democracia conduce al crimen y que el chocolate estimula las violaciones. Aunque mejor es no sugerírselo...

Si la obsesión moeña sólo atañese al chocolate y la conducta sexual, quizás lo mejor sería ignorarlo. Pero lo malo de vincular nazismo y ateísmo no es en sí la demonización de los ateos. El verdadero daño consiste en que esconde, aún más, las verdaderas causas, el verdadero carácter de aquella guerra diabólica. Y en una época como la nuestra, en la que los jefes de La Franquicia vuelven a mirar con avidez indisimulada hacia el Este, en la que se enarbola impúdicamente el apellido Chesterton queriendo decir “Belloc” (el “distributismo católico” de la parejita predecía el colapso del capitalismo, ja, ja), cuando el Papado se plantea sin tapujos la reconquista política de Europa y nuestra libertad de expresión pende de un hilo, acosada por comunistas y meapilas, es un juego imprudente confundir a las ya bastante confundidas masas con causas y culpabilidades ajenas a la Verdad.

Corremos el riesgo de hundirnos en una nueva Edad Oscura. Por doquier se alzan manos acusadoras contra la ciencia: si estás deprimido, no tomes Prozac. Acude a la sucursal más cercana de La Franquicia, y confiésate ante el cura. Si no lo haces, pondrás en peligro la existencia de la vetusta red de espionaje de la IntBisCo, la International Biscuit Company, fabricante de las galletitas Oremus, que se transforman milagrosamente en el cuerpo de Cristo en manos de los representantes locales de La Franquicia. ¿La evolución? ¡Es una creencia irracional!, grazna Herr Ratzinger. ¿Galileo? La Iglesia tuvo más razón que Galileo, afirma impúdicamente el actual CEO de IntBisco, y para justificarse echa su garra sobre Feyerabend, un sucio pergeñador de tonterías incubado en las cloacas del peor de los izquierdismos. Y naturalmente, una equivocación como la del pobre Galileo, puede y debe costarle a un hombre su vida y su libertad.

Gloriosa Contrarreforma la que nos venden los fanáticos del MILF.

Sobre todo, está la visión católica de nuestro enfrentamiento sobre el Islam. La idea, casualmente, ya la elabora en su momento el propio Hillaire Belloc: “corremos peligro”, viene a decir su teoría, “porque nosotros hemos sufrido una declinación espiritual y ellos no.” Ergo, la mejor forma de luchar contra los fanáticos del turbante no es mediante misiles teledirigidos y potentes medios de escucha. La mejor forma consiste en aplacarlos y hacerles ver que somos como ellos: que también encerramos a nuestras mujeres en harenes y decapitamos a quienes nieguen la existencia del Ser Divino. Ah, y quizás más tarde carguemos sobre ellos. Pero para entonces, quizás nos parezcamos tanto a ellos que este final no tenga sentido.

Interpretaciones de la Historia

Este artículo, y la serie que le seguirá, trata sobre las interpretaciones de las causas de la 2GM. Le avanzo que no existe una única causa, y que la interacción entre ellas es muy compleja. Pero esto lo que esperaría cualquier persona racional que no esté cegada por las promesas del materialismo dialéctico o la historiografía moaísta. Si toda la culpa recayese en los juanetes de Adolfo, habría sido muy sencillo evitarlo.

Las conclusiones que le presentaré, sin embargo, son muy duras, y no haré nada para disfrazar su dureza. Son duras porque no nos aseguran que podamos evitar el peligro si se repitiesen los hechos. La mía no es una interpretación que nos absuelva avant la lettre. Y este es su núcleo:

“La persecución a los judíos fue la consecuencia de una mundivisión originada en el cristianismo, exacerbada y estimulada en aquel preciso momento por el catolicismo europeo, el intento vaticano de reconquistar los privilegios perdidos y el miedo al avance del bolchevismo, que era identificado por estos sectores como un producto de la ‘judería internacional’”

Había una masa cristiana (los protestantes no fueron ajenos al problema) que odiaba a los judíos por razones que ni ellos mismos eran capaces de racionalizar adecuadamente, y esa masa se sentía amenazada: el avance del “laicismo” (¿le suena?), la innegable amenaza comunista, y una Ciencia cada vez más presente en la vida cotidiana, que curiosamente, era también percibida en muchos casos como “producto judío”^[1].

Tras el Holocausto se hizo muy difícil seguir manteniendo los viejos odios impunemente. Aquí en España, hubo que esperar a la Transición para que la conspiración judeomasónica se transformase en conspiración masónica, a secas. Pero también tuvo lugar un proceso de limpieza y de falsificación, para ocultar las causas de la guerra y el Holocausto. Esa falsificación condujo a la visión del régimen nazi como una panda de ateos paganos (como si no fuese contradictorio) que, misteriosa e inexplicablemente, lograron que la gran masa de “alemanitos buenos y cristianos” se lanzasen a la degollina de judíos. Y se olvida que, apoyando a Alemania, había todo un cinturón de países católicos donde mataban judíos con el mismo entusiasmo, y en ocasiones más, que los propios nazis.

Pero todo, en su debido momento...

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[1] Tenga en cuenta la dificultad que tenía incluso el europeo culto para distinguir la ciencia verdadera, como la Teoría de la Relatividad del judío Einstein, de la "ciencia marxista" o del psicoanálisis freudiano. Incluso ya en nuestro tiempo, el católico Paul Johnson inicia su "Tiempos Modernos" con una metáfora traída por los pelos sobre la entrada del "relativismo moral" en la historia a través de la Física Relativista... y la psicología de Freud. Es probable que él mismo se diese cuenta de la falsedad de la "mema", pero ahí está su influjo: la existencia de "relatividad" en una teoría física con su extrapolación a las quejas por el "relativismo moral".