martes, mayo 01, 2007

Un concierto a solas

La capacidad de asombro de los becarios de El Mundo es infinita. Mirad de lo que se asombran ahora:
Bueno, al menos alguien casi le pagó un café zapaterino. Antes de leer este artículo, no tenía ni idea de quién era Nacho Campillo. Creo que puedo seguir sin saberlo. Ah, y tampoco sabía quien era Silvia Grijalba: quizás sea ya demasiado mayor para ser "becaria". Lo que sí sé es que abusa de las negritas. Y de la capacidad de asombro ajena.

... pero está claro que ni Silvia ni Nacho han leído a Mark Twain. Podrían tramar una cábala como la de un pintor en uno de los cuentos del americano: hágase el muerto, señor cantante, y rodee su muerte de un aura trágica. Que no falten drogas, desengaños, sufrimiento y otras hierbas parecidas. Digamos, por ejemplo, que su novia le abandona para irse con su camello. Pero luego se arrepiente, y el camello que lo descubre, adultera su mercancía más de lo habitual, a consecuencia de lo cuál, el musiquero la espicha. Luego, espere a que sus tonadillas coticen al alza. No siempre funciona, se lo advierto. Al final, resulta mucho más seguro tener talento.

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