A.G.M. es tan catalana como la butifarra, pero con mucho menos pringue y colesterol. La chica, para su desgracia, viene con un pequeño defecto de fábrica: de cuando en cuando, tiene algún problemilla que ella conoce y controla muy bien, y tiene que pasarse por el ambulatorio a por medicinas. O más exactamente, a por recetas de su medicina. Nada grave, pero un poco incómodo para ella.
Hace cosa de cuatro meses, le ocurrió en Madrid. Llamó al centralista y mesetario 112, donde jacobinamente le indicaron cuál era el centro del SAMUR más cercano (¡era domingo!). Llegó con su tarjeta sanitaria catalana y su DNI, la registraron en un minuto, y en diez minutos, ya tenía sus análisis y su receta. Malditos opresores castellanoparlantes.
El fin de semana pasado, tuvo el mismo problema, esta vez en Tarragona. Acudió al CAP más cercano, que es el equivalente catalufo del SAMUR madrileño. Pidió ayuda en perfecto catalán, y en perfecto catalán le dijeron que no podían atenderla, porque su número de tarjeta sanitaria de Barcelona no entraba en el sistema tarraconense de salud. ¿Un problema informático? No, amigo. El viaje al CAP lo hizo en taxi, y el taxista, de Reus, ya le había advertido, en perfecto catalán, que si era de Barcelona no le iban a hacer ni puto caso.
Resumo lo que ocurrió a continuación: Freman Bregg se cagó en la puta madre de Guifré el Pilós, en Pep Guardiola y en el fantasma provenzal de la puta Ermessenda de Carcasona, condesa de Barcelona; en perfecto castellano, por supuesto. La chica presentó una reclamación, la enfermera se enfrentó con ella, y finalmente el médico de guardia, quien en definitiva se debe a su juramento hipocrático, oyó el jaleo, intervino y la atendió.
Todo esto tiene su maldita gracia. Si a alguno de los cenutrios, miserables y palurdos que abuchearon el Himno Nacional en un partido de mierda, hace muy poco, le hubiese dado un jamacuco en el Bernabeu, lo hubiesen llevado al SAMUR y allí le habrían atendido amablemente. Si, por el contrario, el yuyu le hubiese sobrevenido mientras visitaba Tarragona para ver jugar al Nastic, ya se podría haber besado su piloso culo y decir adiós. Malditos centralistas mesetarios.
Me queda la esperanza, no obstante, de que, al ser atendido en Madrid en perfecto español, el hipotético palurdo hubiese renunciado voluntariamente al tratamiento, dejando que la Selección Natural siguiese su curso.
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