sábado, noviembre 24, 2007

Lo semejante

Aguila Estreñida, licenciado en FarmaciaLa chica de la bata blanca frunció el ceño y arrugó la nariz. Tuve que carraspear y repetir con voz ronca:
- Por favor, dame algo para el dolor de garganta.
Esta vez sí me entendió. Sonrió, puso cara de "mira qué oportuno", metió la mano debajo del mostrador y la sacó sosteniendo una cajita blanca:
- ¡Estás de suerte! - me dijo - Este medicamento es nuevo, y funciona muy bien para el catarro - mi cara de "no me lo creo" no la disuadió - Una cliente nuestra es profesora de primaria, lo toma desde hace un mes y le va de lo mejor.
La culpa era mía por pedir consejo: quería una sorpresa, y la había conseguido. ¿Por qué no probar? Asentí, y la chica comenzó a teclear en el ordenador con cierta parsimonia. Aproveché para darle la vuelta a la caja y ver el precio... y entonces noté el aviso: "medicamento homeopático".
- Ehhh... esto es homeopático...
- ¿Y?
- Pues que las pociones de la Homeopatía contienen sustancias extravagantes disueltas en cantidades tales que toca a una molécula por litro. Y eso, cuando hay suerte.
- A todos le funciona.
- Ya, pero a mí no van los placebos.
- ¡Esto es un medicamento legal, aprobado por el Ministerio! - la farmacéutica se puso verde como el Terrible Hulk - ¿Estás insinuando que el Ministerio se equivoca? ¿O que está autorizando un fraude?
- No. Soy yo quien se ha equivocado, por pedirte consejo - y me di la vuelta.
Iba ya a abrir la puerta de la farmacia cuando me vi poseído por l'esprit de l'escalier. Me volví y riposté:
- Por cierto, cuando eres tú quien enferma, ¿tomas medicamentos homeopáticos?
Era tan buena y cruel la agudeza que no quise esperar la respuesta. Atravesé airosamente el umbral e hice mutis por el foro.
En uno de esos pueblos perdidos de la Andalucía profunda, el obispo correspondiente decidió sustituir al cura del pueblo, el de toda la vida, por un forastero. Supe de la noticia por el telediario, y no aclaraban si habían pillado al viejo buen pastor en falta, o si se trataba de una rotación rutinaria de profesionales. El caso es que el cambio no había sentado bien en el pueblico, y se habían negado a recibir al suplente. La reacción del obispado fue contundente: el pueblo se quedaría sin cura hasta que abandonasen la terca postura.
- Imagine - decía una abuela angustiada a la cámara - Aquí hay mucha gente mayor, que puede morir en cualquier momento, y sería terrible hacerlo sin recibir los sacramentos...
No estoy muy al día con la mitología de ultratumba que predica la International Biscuit Company (fabricante de las sabrosas galletitas Oremus, ¡divinas!), pero me parece que si te vas al otro barrio sin arreglar los papeles, te puede tocar, como mínimo, una temporadita en el Purgatorio, que es un sitio chungo, aunque no tanto como el Infierno. Claro, de ahí pueden sacarte rezos, cirios e indulgencias, pero el susto y el pestazo a azufre no te lo quita nadie. Mira que pasarse una vida jodiéndose y sirviendo al Altísimo, para que a las últimas de cambio venga un obispillo listillo y te fastidie toda una vida de virtud y renuncias...
Y yo me pregunto, ¿son realmente tan crueles los pastores del rebaño? O, simplemente, ¿son conscientes de que retirar un placebo a un enfermo imaginario no puede hacerle mucho daño?

Etiquetas: ,