domingo, mayo 13, 2007

His name is Robert Paulson

There is no spoon. There is no red pill.[...] es el mejor ejemplo que se te puede ocurrir. Tyler ha creado Project Mayhem, y una de sus reglas dice claramente que los miembros de Mayhem no tienen nombre. Pero luego matan a Robert, uno de los afiliados, y Jack se niega a deshacerse del cadáver para ocultar las pruebas. Jack es Tyler y Tyler es Jack, y los discípulos ven con sorpresa cómo Jack lamenta el resultado de las acciones de Tyler.
Era mi amigo, y su nombre es Robert Paulson.
Y entonces ocurre. Uno de los discípulos, que no sé si es Pedro, Juan o Mateo, dice "ya entiendo" y lo explica a los demás: los miembros de Mayhem no tienen nombre, excepto al morir. Los pobres de espíritu balan entonces, como corderos: "Su nombre es Robert Paulson, su nombre es Robert Paulson".
Suppose ye that I am come to give peace on earth? I tell you, Nay; but rather division: For from henceforth there shall be five in one house divided, three against two, and two against three. The father shall be divided against the son, and the son against the father; the mother against the daughter, and the daughter against the mother; the mother in law against her daughter in law, and the daughter in law against her mother in law.
Pero el jefe de La Franquicia gorjea en Brasil sobre el valor de la familia que él mismo no se atrevió a crear. Los miembros del Proyecto Mayhem no tienen nombre... excepto cuando mueren. And his name is Robert Paulson.
Hallowed be Thy Name.

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4 Comments:

Blogger samuel escribió...

Que sabran ellos de crear familia, me pregunto yo.

3:56 p. m.  
Blogger Freman escribió...

Sin embargo, existe una explicación, aunque a primeras suena increíble. Creo que fue Thomas Huxley, pero lo mismo me equivoco: le preguntaron si se podía inferir algún conocimiento del mundo a partir de la contemplación de sus obras. La respuesta: "sí, se nota que Dios ama mucho a los escarabajos".

Dios tenía grandes planes para la humanidad, y escogió a los hindúes para llevar a cabo Sus Planes... precisamente porque los hindúes tenían un complicado sistema de castas, como los insectos "sociales". Pero los hindúes se pasaban el día tocándose el nirvana y, para joderlo aún más, se inventaron el cero y el budismo.

Entonces Dios apartó sus ojos del Indostán y los clavó en Roma... no literalmente, claro. Arregló las cosas para que surgiese una religión que restableciese, al menos, dos castas. Y ese fue el cristianismo. Pero todo, finalmente, salió torcido. Se suponía que los curas, igual que las abejas y las hormigas, tendrían que mandar en la colmena, comer carne y beber vino todos los días y follar como descosidos, mientras que el resto del personal trabajaba toda la puta semana menos el Domingo, y ese día los curas los alimentarían con galletitas.

Efectivamente: al principio todo transcurrió como lo previsto, y los curas tenían hijos y sobrinos y amas de llaves. Pero tanta devoción agotó la energía de la subespecie, y a partir de cierto momento, alguien corrió la voz de que los curas tenían que ser castos, y que los laicos podían comer carne, aparte de las galletitas. Intentaron demostrar entonces que las galletitas tenían unas sustancias mágicas llamadas vitaminas, pero Satán se adelantó e inventó la Química y la Homeopatía.

Finalmente, hemos llegado a la desgradable e inesperada situación actual: una casta de escarabajos que no follan, pero que engordan a costa de los devoradores de galletitas, que no sólo trabajan para ellos, sino que tienen que parir como conejos para mantener viva La Idea y propagar el consumo de galletitas. Por eso, los escarabajos (a.k.a. cucarachones) insisten en que no caiga ni una gota de semen al suelo durante el intercurso, pues si no, El de las Tres Cabezas se enfada mucho y puede hacerle al guarro lo mismo que le hizo a Onán (y que no es lo que parece).

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En serio ahora: si miras la idea como una mema autoreplicante, es complicado el mecanismo que usa para replicarse. Primero la larva se para en el púlpito y amenaza castigo por disparar al aire. Entonces los insectos obreros paren críos como churros. La selección natural se lleva primero a unos cuantos por delante, pero sobrevive un buen puñado. De este buen puñado, alguno habrá que no encontrará un trabajo decente y se verá obligado a meterse en un convento o en un seminario. Entonces se completa el ciclo, cuando el seminarista se hace cura y regresa al púlpito en forma de larva. Esta sí que es metamorfosis, y no la de las orugas.

4:34 p. m.  
Blogger Freman escribió...

Pero la verdad es incluso más compleja, en dependencia de la zona del planeta donde abras la franquicia.

Por ejemplo, Brasil. O Cuba, para la que hay "grandes planes". En Brasil y Cuba hay mucha gente de origen yoruba, y los yorubas llevaron un culto complejo que se fundió con el catolicismo. Puede que una minoría dentro de la minoría blanca profese verdaderamente el catolicismo, pero el resto de la peña no adora a Yahvé, sino a santos como Lázaro o Bárbara. Y estos no son lo que parecen. San Lázaro es Babalú Ayé (ahora pasan un anuncio de helados por la tele en el que representan una ceremonia tribal de adoración al Bombón, y la mujer canta una versión "blanca" de una canción dedicada a Babalú), uno de los dioses más terribles del panteón yoruba. Santa Bárbara, en cambio, es Changó: el dios de la guerra, a quien al parecer, no le disgusta vestirse de hembra. El cristianismo de quienes creen en Babalú, Changó, Elegguá (y Shub Nigurath, Azathoth o Nyarlathotep) no tiene nada de cristiano o judeocristiano. Se trata sólo de una identificación iconotrópica.

De modo que en esos países, además del ciclo metamórfico antes mencionado, se produce una simbiosis con un organismo normalmente parásito de características muy distintas.

4:53 p. m.  
Blogger Freman escribió...

Y pongo un ejemplo para terminar: mi mujer era, técnicamente hablando, agnóstica respecto al Dios Triple... pero, aunque no hablaba mucho del asunto, padecía un terror atávico por todo lo relacionado con los dioses africanos. Ya podía blasfemar yo todo lo que quisiera, que no se inmutaba. Pero como me metiese en lo más mínimo con Los Otros, le entraban los temblores. Y no creía, al menos de palabra, en ellos. Un atavismo, pero muy fuerte.

Por eso me causan más risa que otra cosa los "enfaditos" de los Orellanas, Rallos y Agapitos. Son más del tipo "si pisas esta línea, te pego" que otra cosa. Si fuesen creyentes "sinceros", temerían por las consecuencias de mi temeridad. Sería, ante sus asustados ojos, a dead man walking. Pero los enfados que padecen últimamente, que cada vez son más frecuentes, son más del tipo "este es mi barrio" que otra cosa.

5:05 p. m.  

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