sábado, julio 21, 2007

Errare humanum est

Chincha, anarcarra...Y también lo es odiar: todos odiamos, pero algunos buscamos algún pretexto para justificar nuestra cuota de odio, mientras que a otros se las suda. ¿Cómo estar seguros de que la excusa es buena? Muy fácil: comprobando la realidad. Pero eso es demasiado pedir, claro...
Hará cosa de un mes o más, leí un artículo en Libertad Digital prediciendo el principio del fin de Microsoft. La causa de su ruina iba a ser Windows Vista. No logro encontrar el artículo exacto, pero aquí tiene varios del mismo tono, color y talla:
Sin embargo, resulta que Windows Vista está siendo un verdadero éxito de venta:
Oh, sí, ahora nuestros "liberales" con corazón de anarcarras dirán que el consumidor es estúpido, y que por dicho motivo, ellos tienen la misión de convertirse en la vanguardia de la clase consumidora.
En realidad, el que no haya podido encontrar el artículo original, es ya un síntoma de cómo funciona el mundo del software. Resulta que el buscador de la página web de Libertad Digital es uno de los peores que se puedan imaginar y, naturalmente, hay que irse a Google (otra "maravilla" de empresa de programación, cuyos productos, fuera del buscador, cascan a patadas) para cualquier búsqueda. Estas son las habilidades profesionales de la vanguardia de la clase consumidora.
¿La píldora roja? Lo que necesitáis, chavalotes, es una generosa dosis de haloperidol...

¿Por qué causa tanto furor el "software regalado" en Expaña? Habría que empezar por la diferencia de poder adquisitivo respecto a los Estados Unidos: lo que allá es un precio razonable, aquí suele costar una pasta, incluso descontando el efecto de nuestro sobrevalorado euro. A esto, súmele nuestro estratificado y anquilosado sistema comercial, que obliga a comprar el producto final a través de una cadena infinita de mayoristas y minoristas y la imposibilidad de comprar directamente del fabricante, como sí ocurre en los Estados Unidos. Como resultado de esta cadena de mangantes y vividores, un dólar termina siempre por transformarse en un euro, al cambio efectivo.
Pero el anterior no es el motivo principal, a pesar de su gravedad. La verdad es que tenemos sobreabundancia de "técnicos de sistema". Los motivos para ello son varios: falta de innovación tecnológica, que conduce a que se programe muy poco software original, masificación de la mano de obra, poquísima exigencia en algunas facultades de Informática (la famosa "carrera de tres años", que termina por equipararse a los ojos del pequeño empresario a la carrera completa), nuestro rígido mercado laboral... El informático recién graduado suele entrar en la empresa montando ordenadores, y llega a su cumbre profesional cuando le encargan mantener el sistema operativo de los mismos (confiar en los servicios externos de la tienda de la esquina sería, para ser honestos, un suicidio).
¿Y qué mejor pretexto para ganarse un puesto fijo de por vida que instalar un sistema compilado a la medida, y pretender que hace falta un nerdie a jornada completa, dedicado a que el sistema funcione a costa del sudor de su frente y otras partes menos nobles?
No se trata de un diagnóstico improvisado para repartir estopa. He visto muchas veces que grandes empresas, e incluso instituciones públicas, suelen preferir una solución basada en hardware antes que una basada en software... ¡aunque esta última salga treinta veces más barata! Cuando se sigue la cadena hasta el final, encuentras un técnico "de sistemas" que teme perder privilegios o tener que aprender algo nuevo... o aún peor, un contratista que promete suculentas propinas por una compra millonaria.

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