martes, junio 26, 2007

Aire

Para M.
Fuera, soplaba la molesta brisa nocturna, pero la risa de la mujer iluminaba el interior de la tienda.
– ¡Un hijo! ¡A mi edad!
AireEl hombre apretó los labios, sin notarlo. No lo había soñado. En ocasiones los sueños le revelaban cosas que nadie podía saber o imaginar. Dónde encontrar agua. Dónde las hierbas crecían sanas o llenas de veneno. Incluso, cuándo el veneno comenzaba a crecer en el corazón de un antiguo amigo, y era hora de mudar el rebaño a otros pastos.
Si hubiera sido un sueño, habría podido contárselo, pues todos creemos en los sueños, pero ¿cómo explicarle aquello? Aquella mañana, mientras hundía las manos en el agua, se había visto junto a ella, un poco más viejos los dos, rodeados de niños. La visión había durado un instante, lo que se tarda en perder de vista a una paloma en pleno vuelo.
– Corderito mío – la mujer ahora sólo sonreía – Mi dulce corderito lanudo – y acarició delicadamente la barba del patriarca – No te enfades con tu sierva, sabes cuánto me gustaría complacerte.
El agachó la cabeza, y la hundió entre sus senos. Le inquietaba el futuro, pero no por él mismo. No le preocupaba morir, o incluso enloquecer. No sería el primero, en aquellas condiciones. Pero, ¿y ella? ¿Qué haría cuando ya no fuese capaz de proporcionarle todo lo necesario?
Ella notó el ritmo pesado de su respiración. Comenzó a cantar una vieja canción sobre un río, sobre su curso sosegado y sobre cómo crecía trayendo la vida a Kem una vez cada año. El la había seguido hasta Kem, hacía ya mucho tiempo, y allí, en el sitio más improbable, se había ganado su corazón. Luego habían huido al norte, al desierto del norte, y tras muchos esfuerzos y sacrificios habían logrado rehacer sus vidas... al precio de haber olvidado vivirlas.
Una débil racha de aire se introdujo en la tienda, como una presencia fantasmal. La mujer se estremeció, y dejó de cantar por un momento:
– Hace frío.
Retomó la canción con un susurro. Su voz descendió un tono, y se tornó cálida y trémula. El hombre se incorporó en silencio y tapó la entrada de la tienda. Apagó la lumbre y se tendió al lado de su mujer, mientras la abrazaba.
Fuera, el viento había cambiado de dirección, y una enorme luna dibujaba extrañas sombras tras las rocas. Me dejé llevar por el viento, hacia el este, hacia la tierra donde nace el sol.

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7 Comments:

Blogger Chess escribió...

Snif, snif, qué bonito. :)

Pasan los años, y siguen siendo dos en uno. Algo que actualmente da miedo, produce escalofríos y no está de moda.

9:10 p. m.  
Blogger Freman escribió...

Así es. Hasta da vergüenza escribir sobre ello. Me ha costado mucho escribir sobre una "simple" escena doméstica. Sin embargo, no estamos completos mientras nos falta esa mitad.

Por cierto (para no ponerme demasiado serio), ¿te has dado cuenta de que estuve a punto de escribir "la visión duró unos segundos"? Hubiera sido un fallo garrafal, pues aquella gente no tenía ese tipo de relojes :)

11:22 p. m.  
Blogger Freman escribió...

... ah, y el inevitable minuto cultureta:

Kem es Egipto, el nombre que los propios egipcios le daban. ¿Sabías que Abraham y Sarah estuvieron en Egipto? Sara aún era joven, y el Faraón se enamoró de ella. La historia no tiene mucho sentido tal y como está narrada: Abraham tiene miedo de que lo maten para quitarle la mujer... ¡y dice que es su hermana! Por eso el Faraón se enrolla y llega incluso a llevarla al harén. No se sugiere que haya "pasado" algo. Por el contrario, le empiezan a pasar cosas raras al faraón y éste se da cuenta de que tiene una mujer casada en su harén. Entonces llama a Abraham, le echa en cara la mentira y le pide que se vaya (pero le da regalos).

Como la historia no tenía mucho sentido, la he transformado. Abraham va a Kem por Sarah. Sarah no lo conocía o no tenía la relación con él (y allí, en el sitio más improbable, se había ganado su corazón). Luego "huyen" al norte, prefigurando el Exodo.

11:32 p. m.  
Blogger Chess escribió...

Has producido tanto esta semana que casi pierdo este post de la primera hoja.

Pero tenemos ambos razón: una escena así no está de moda, hasta da cosa escribirla.

Ahora, el amor debe ser de dos días cuando además se es joven y no se ha pasado de determinada edad.

Es una de las pocas cosas con las que estoy de acuerdo con la sliggtin: que sólo se nos vende un amor de acné y pasajero, cuando no tiene nada que ver con la realidad.

6:29 p. m.  
Blogger Freman escribió...

Has producido tanto esta semana que casi pierdo este post de la primera hoja.

:) Ha sido una buena semana: he tenido menos tiempo que de costumbre, pero me siento optimista (excepto en política, como siempre), y eso se nota.

Es una de las pocas cosas con las que estoy de acuerdo con la sliggtin

Somos tres entonces, y probablemente muchos más, en realidad. Otra cosa es que no esté de moda reconocerlo. Y otra más es el miedo. Da miedo enamorarse, y da miedo reconocer que uno forma fácilmente vínculos emocionales. Si yo no tuviera ya cuarenta y tantos, o si la foto que estuviera al lado de mi firma no fuese la de un gorila, creo que tampoco lo reconocería. Creo, por supuesto, que esa "cosa de dos" es lo que le da sentido a todo. :) Pero mañana diré que la frase anterior la escribí porque me apuntaban con una pistola.

8:27 p. m.  
Blogger Freman escribió...

... por eso (aprovecho que estoy en mi semana verborreica) es que le agradezco a la gente entre la que me crié, que me enseñaran la importancia de bailar. Atención, porque esto que sigue es digno de la Antología del Pequeño Saltamontes:

Es natural que la gente sienta miedo. Miedo de decirle a la chica que quiero que estoy pirado por ella. Y viceversa. Pero para eso existe el baile, en su sentido más metafórico. Se supone que el baile tiene unas reglas, que vienen marcadas por el ritmo. De manera que lo mejor, siempre, es comenzar a bailar respetando esas reglas. Son reglas complicadas: cada parte debe fingir el grado de interés exacto. Si muestras mucho, parece insincero, una manipulación, y si muestras poco, es evidente lo que pasa.

Pero como no somos robots, es difícil que cada paso del baile se dé en su momento exacto. Y ahí es donde están las oportunidades. No sólo hay que saber bailar muy bien para jugar a eso que no es un juego, sino que, sobre todo, hay que saber observar muy bien a tu pareja de baile. Más que observar, sentirla. Por suerte, como es cosa de dos, los pequeños fallos se pueden compensar. ¿Desde cuándo existe la humanidad? Eso quiere decir que durante todo este tiempo, la gente al final ha aprendido a moverse con el compás.

(joder, es verdad: vaya semanita la que llevo :)

8:37 p. m.  
Blogger Chess escribió...

No sólo hay que saber bailar muy bien para jugar a eso que no es un juego, sino que, sobre todo, hay que saber observar muy bien a tu pareja de baile. Más que observar, sentirla. Por suerte, como es cosa de dos, los pequeños fallos se pueden compensar.

Bueno, yo siempre he pensado que si a una persona realmente le importas, si te caes en ese baile seguramente te dé la mano para levantarte.

A veces, son los propios hombres los que son más exigentes consigo mismo que las mujeres con ellos y tienen pánico a errar.

Pero, independientemente de los miedos, eso no quita que se nos venda un amor prematuro y adolescente que en cuanto llevan unos cuantos juntos tiene que ser un coñazo o acabar.

A veces, las cosas más bonitas no son sólo las que se hacen en espacios cortos de tiempo, sino poco a poco.

9:32 p. m.  

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