Receta para convertirte en Mago
¿Quieres convertirte en Mago? Quiero decir, ¿te interesa hacer milagros, disfrutar de poderes sobrenaturales y esas cosas? Es muy fácil, sólo tienes que seguir mis instrucciones con cuidado. Necesitas mil veinticuatro direcciones de correo electrónico. Que sean fiables: basta que una no funcione para que se venga abajo todo el conjuro. Esta es la parte más tediosa.
Envía un mismo mensaje a las mil veinticuatro direcciones. Diles a todos que has descubierto cómo controlar el Azar. Que has dominado el Principio de Sincronicidad. Que tu sola Voluntad es capaz de alterar los movimientos caóticos de las micropartículas en suspensión. Que has logrado que Gikki Gakke, el gato de Schrödinger, sobreviva siempre al cruel experimento al que lo someten los geómetras. Diles también que, para demostrarlo, predecirás la evolución de la Bolsa para beneficio suyo. Tienes que dirigirte a cada uno en singular, como si fueras Gabriel escogiendo a quién revelar los arcanos del Multiverso.
Luego elige un Valor (¡sí, los malditos Valores!) que no destaque demasiado. Envía un mensaje a quinientos doce, prediciendo su alza, y otro mensaje, a los restantes quinientos doce, prediciendo su ruina. Y espera. La espera es lo más duro, pero sólo depende de ti.
Elimina entonces las quinientas doce direcciones que han recibido la profecía fallida. Repite el procedimiento con las que quedan: elige otro Valor, divide tu audiencia en dos grupos de igual tamaño, predice una revalorización a los primeros, y lo contrario a los segundos. Vuelve a esperar. Hay que saber esperar.
Tras nueve envíos, habrás descartado a todos, menos dos. Con la décima profecía terminas la elección: habrá alguien en este planeta que creerá en ti. Ese alguien habrá sido el único y asombrado testigo de una cadena de diez predicciones certeras sobre un fenómeno aleatorio...
¿Te parece una tontería? Ponte en lugar de la Víctima, porque efectivamente, se trata de una víctima. Quizás te digas que diez coincidencias son pocas. ¿Cuántas necesitas? ¿Quince, puede que veinte? Veinte es tanto como uno de un millón. Y una probabilidad entre un millón es una imposibilidad.
A no ser que lances la moneda un millón de veces...
Dijo Dios: Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas aguas de otras. E hizo Dios el firmamento, y separó las aguas que están debajo del firmamento de las que están encima del firmamento. Y así fue. Al firmamento llamó Dios cielo. Y hubo tarde y mañana: día segundo.
¿Se ha fijado alguna vez en que, en el segundo día de la Creación, no se dice "y vio Dios que era bueno"? Hay quien cree que ese día, Dios creó al Diablo: el acto de dividir y descartar puede ser el principio del Mal. Quién sabe. Puede que Dios haya creado un millón de mundos en veinte pasos, y que en cada uno de los pasos haya ajustado el valor de alguna constante física. Puede que sólo en uno del millón de universos creados, la semilla de la vida haya podido arraigar y crecer. Y puede que nuestro mundo sea simplemente un jardín de senderos que se bifurcan.
Etiquetas: mitos
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