Gimnasia española

(...suspiro prolongado...)

Hace un tiempo, en un foro muy popular, abrí un hilo preguntándome por qué hemos dado tan pocos matemáticos y físicos al mundo. Quizás este artículo explique el problema en parte:

• Gimnasia española, según Don Pío Moa

No se preocupe si no ve, como un servidor, motivos mixtos para la preocupación y el cachondeo: es que en realidad, a mí mismo me ha costado explicarme por qué me he sentido incómodo al leer este comentario. Cuando logré explicármelo, me dije que a veces era preferible sonreir en silencio, como un Buda, sobre todo cuando el asunto no tiene remedio, como en este caso. Pero...

... normalmente, me conformo con leer a Don Pío. Es cierto que logra cabrearme con frecuencia, pero incluso entonces dice cosas de interés. Esta vez, sin embargo, decidí mirar en los comentarios, sospechando lo que iba a encontrar. No tuve que buscar mucho. Me permito copiar un fragmento del tercer comentario:

Las mujeres en general y las feministas en particular deberían pedir que se legalizase la prueba de paternidad, fuese algo habitual y rutinario al nacimiento. Cómo contrapartida honesta a tanta promiscuidad sexual y tanto engaño, que es otra de las causas que envenena la sociedad y se terminaría con el cachondeito de ¿a quien se parece el niño?.

¡Virgen Santísima! Siempre he sostenido que el Islam es la forma en la que los árabes pichicortas intentan domar a sus mujeres para garantizar la supervivencia de la morisma. Pero ahora compruebo que dicha enfermedad también hace estragos entre nuestros paisanos.

Cuando los grupos de machos solteros de un país empiezan a hablar de "nuestros niños" y "nuestras mujeres", hay razones para echarse a temblar: es uno de los síntomas más claros de que hay gente dispuestas a soportar un régimen de mano dura. ¡A lo mejor entonces pueden catar hembra! Y no, no estoy pensando solamente en los regímenes fascistas históricos, pues se trata también de un rasgo familiar de las dictaduras comunistas. Un buen comunista no se limita a expropiar los "medios de producción"... quiero decir, en su sentido clásico. Para un buen comunista, los coños son principalmente el "medio de producción" de la mano de obra. Mientras más controlados estén, mejor.

¿Sabe usted de qué se quejaban Marx y Engels en sus sesudos análisis del capitalismo inglés? ¡De que las gentileshembras británicas, al trabajar en los talleres y ganar un sueldo, se veían expuestas al adulterio, y que eso era letal para la familia! ¿Quién te ha visto y quién te ve, Izmierducha de mi órgano cardíaco? Pero estas "preocupaciones" también atormentan a las almas beatas de ambos sexos. Sí, también a algunas féminas, sobre todas a las más inseguras de su propia sexualidad.

Lo cierto es que el comentario de Don Pío me recordó la forma en que ciertos "genios", como Mao Tse Tung y Stalin, o como el propio Hitler, opinaban alegremente sobre cualquier problema fuera de su área de competencia... siempre que tuviesen que ver con la formación del "espíritu" y otras pollachorradas vaporosas. Stalin, por ejemplo, inmiscuía sus guarros bigotes en disciplinas como la genética (provocando unas hambrunas de no te menees) y la lingüística. Como era georgiano, y el georgiano como idioma es más raro que el proverbial perro verde, se creía capacitado para decidir cuál de las teorías por entonces existentes seguía "la línea marxista" y cuál era una clara herejía. En concreto, apoyó a otro georgiano loco que sostenía que todas las palabras de todos los idiomas derivaban de una sola palabra con una sola sílaba. Creo que tan fecunda sílaba era "sal". Si me hubiesen preguntado, yo habría apostado más bien por "¡jo!".

Cualquiera que tenga un mínimo de idea sobre cultura física, sabe que es inútil, e incluso dañino, hacer que un crío que todavía no segrega niveles razonables de tetosterona haga "ejercicios de musculación" (por mencionar sólo un fallo evidente de la propuesta del amigo). Y no quiero ni pensar el pestazo a sobaco que flotaría como un santo halo sobre las aulas moeñas si tal disparate lograse abrirse camino...

En fin, y sin que siente precedente, me atrevería a sugerir a Don Pío y a los santos varones que le apoyan, que pongan en práctica el consejo emitido en el comentario número catorce. Juro por todos los bodhisattvas que no he sido yo el autor.