Silvia Martínez Santiago
El cuatro de agosto de 2002, Silvia, una niña de seis años, jugaba con una de sus muñecas en su casa en Santa Pola, Alicante. A las 20:30 horas, en esa época del año, es pleno día en España. A esa hora, un comando de terroristas vascos, probablemente un par de descerebrados de esos que levantan el puño cuando suena la Internacional y mascullan tonterías sobre "autodeterminación", "raza vasca" y otras frases tan queridas procedentes de ideologías asesinas de siglos pasados... a esa hora, repito, apretaron un botón e hicieron reventar un coche bomba cargado de explosivos que habían antes situado frente a una ventana de la casa de Silvia. ¿Qué les había hecho la niña? Simplemente, que vivía en una "casa cuartel", en la que también vivían guardias civiles.
Ese fue el pecado de Silvia. Eso la hacía "eliminable". No fue una "baja colateral": era previsible que, a esa hora, los adultos estuviesen apurando los últimos rayos del sol estival en las calles y en los bares de la zona. A Silvia la mataron porque era un "objetivo" fácil, porque es muy sencillo pulsar un botón y detonar una carga explosiva a distancia, porque sus asesinos sabían que no había ni siquiera el mínino riesgo de que sus caras de imbéciles sin entrañas quedasen registradas por una cámara de seguridad. Exactamente las mismas razones que tiene un asesino terrorista palestino para matar mujeres y niños en una pizzería, o para tirotear y luego rematar a una madre israelí embarazada y a sus tres hijas pequeñas en una carretera.
La respuesta popular al asesinato de Santa Pola fue muy clara. La principal consecuencia fue la aprobación de la Ley de Partidos por parte del Partido Popular, que provocó la ilegalización de Batasuna, la Hamás española. Ahora, el presidente del 14M nos sale con esa parida de que "no debe haber ni vencedores ni vencidos", y quiere derogar la ley de partidos que impedía que la Hamás Española tuviese voz en el parlamento vasco.
Por si quedaba alguna duda, acabo de ver, en una televisión local, un vídeo en el que la madre de la niña asesinada lo dice con toda claridad:
En el mío tampoco. Nos vemos este 25 de febrero en las calles de Madrid.