sábado, octubre 07, 2006

Libertad ¿obligatoria? (I)

Dino, explotado por la familia Picapiedra¡Mucho cuidado con lo que responde, porque puede arrepentirse! Esta tarde, mientras terminaba un trabajo en casa, dejé encendida la tele por olvido. Pasaban una de esas tontas películas que sólo sirven para poner fondo musical a la tarde de un sábado, y me sentía demasiado perezoso para levantarme y apagar el aparato. De modo que terminé el trabajo a la vez que escuchaba un guión rematadamente tonto sobre un viaje al centro de la Tierra que no era ni remotamente el de Verne.

Una señora de muy buen ver contrata a un profesor chiflado para que rescate a su churri, que se ha perdido explorando una caverna. El profesor se lleva a su sobrino, un chico que está comprometido con una tal... no me acuerdo. Ah, y un gordo al que busca el ejército inglés por traficar armas con los maoríes. H. Rider Haggard meets Jules Verne, con mucha salsa políticamente empalagosa decorando el plato.

Para que la película no fuese un muermo catatonizante, los guionistas se inventaron un pueblo primitivo de las profundidades en el que todas las tías eran unas macizorras de mucho cuidado; todas más salidas que la esposa del presidente del gobierno cuando practica el buceo a costa del presupuesto. Abreviando, que es gerundio: el gordo se pone las botas con las supernenas, el profesor chiflado se lía con la señora de buen ver, el sobrino se lía con una nativa maciza (y suelta una lagrimita después de bailar el mambo horizontal con ella, para no quedar como un insensible)... y el marido desaparecido aparece en el País de las Maravillas, con todo un harén a su disposición. Cuando se acaba la peli, el gordo se queda, al marido lo matan unos bichos reptiles que parecen de Izquierda Unida por las pintas, y la maciza nativa, que acompañaba al sobrino mariquita en su regreso, se queda finalmente por allá abajo por culpa de un conveniente terremoto de última hora. Todo termina de puta madre, claro, porque el profe y la señora ya pueden refocilar sin que sea adulterio, el gordo cabrón que apoya a los terroristas maoríes no va a la cárcel, pero tampoco vaga en libertad por la superficie de la Tierra, y el sobrino no tiene que escoger entre la maciza y su prometida. Juro que yo me hubiese quedado con la maciza, luego de fallar el intento de convencer a la parienta para que aceptase un menage a trois, claro.

Os mareo con esta historia macabea porque me hizo pensar en lo extrañas que suelen resultar las convenciones morales de cualquier época. El guionista filipino que pergeñó esta bazofia de adaptación se tomó los mil y uno trabajos para que el final fuese "moralmente" aceptable matando, dicho sea de paso, al marido perdido y dejando a la tronca indígena a merced de los reptiles, sola con su pudoroso traje de dos piezas que sólo enseñaba el ombligo (hubiera jurado que las nativas tendrían que llevar el pechamen al viento de Levante). Sin embargo, el resto de la trama lleva el sello característico de las fantasías giliprogres. ¿Giliprogres moralistas? ¡Quién lo diría!

... y entonces me di cuenta de que no se trata de una contradicción. Nuestra giliprogresía es tan beatorra como la fracción más devota y moralizante de nuestra derecha patria. No es éste el momento y lugar para argumentarlo, pero créame: me he encontrado con más disfunciones sexuales en chicas "de izquierdas" que en chicas "de derechas". Debe ser un problema con la educación: tanto las de izquierdas como las de derechas han tenido que sufrir el colegio de monjas. Las de derechas lo aceptan y metabolizan porque saben que se trata de un escollo más en el Círculo de la Vida. Las de izquierdas, por el contrario, sufren un terrible trauma y pasan el resto de sus vidas intentando superarlo. Puede que, lo que no te mata, te haga más fuerte, pero también existe el riesgo de que te deje agilipollado.

Al grano: ¿le ha mentado alguna vez a una dama de la giliprogresía la posibilidad de aprobar la poligamia, en deferencia a la morisma? Ja, ja, insensato... Nunca lo he hecho, pero he visto a otros hacerlo. Y he visto, y juro que no puedo olvidar, la cara de asco supremo que suele quedársele a la señora o señorita, como si acabase de presenciar la autopsia de ET.

Resulta irónico, porque la propia Biblia está llena de historias de polígamos. Desde el cabroncete de Salomón, pasando por su padre, el rey David, y llegando a los mismísimos Abraham y Jacob (el bueno de Isaac debió quedarse traumatizado después del fallido intento de infanticidio de su padre, pues sólo se le conoce a la Rebeca). Aceptemos, no obstante, que lo chachi-correcto-piruli en temas de catre haya podido evolucionar desde entonces. Digamos que la monogamia es lo que mola. Es cierto que el moraco que tiene cuatro parientas abusa de las cuatro y a cada una de ellas, a pesar de lo que vayan luego contando, las sume en un pozo de infelicidad y servidumbre.

¿Deberíamos obligar a las cuatro medias naranjas del miramamolín a ser libres?

Vuelvo a advertirle: cuidado con lo que responde, que este post amenaza con una segunda parte...

... ah, se me olvidaba: la viuda alegre, la que se lía con el profesor majareta, es además multimillonaria. Suerte que tienen algunos en la ficción...

2 Comments:

Blogger samuel escribió...

No deberiamos dar cobertura legal a una situacion que pone en desventaja a las mujeres frente a los hombres.

Yo siempre creo que el Estado debe gestionar al minimo imprescindible y necesario, y por tanto no tiene por que hacerse complice de todo lo que hay.

Si fuera de esa cobertura quieren vivir asi, no veo razon para obligar a nadie a ser feliz, o al menos obligar a intentar ser mas feliz y vivir con mas dignidad.


Pasa que claro, ahora poligamia se asocia directamente al islam y el islam trae mucho mas que la poligamia, por lo que todo toma un tinte peligroso, ademas de desagradable en una sociedad occidental.

No se que opinaras de todo este rollete.

2:31 a. m.  
Blogger Freman escribió...

¿Qué opino? Pues que es un tema muy complicado, del que no tengo una opinión clara. Por ejemplo, ¿debería permitirse la poligamia al estilo mormón?

El contraejemplo que quería poner en una segunda parte era el de la Homeopatía (para mí, una superstición sin fundamento, y en muchos casos, incluso dañina). El Estado, sin embargo, aprueba implícitamente la Homeopatía al permitir que las farmacias, negocios fuertemente regulados estatalmente, dispensen "remedios" homeopáticos (es decir, agua destilada con etiquetas fantasiosas). Hace una semana daban por la tele la noticia de que estaban restaurando el que había sido el primer hospital homeopático de España, en Madrid. Entiendo que haya un interés histórico, pero ¿habría que restaurar también el primer consultorio astrológico madrileño a costa del contribuyente?

Lo que pasa, por supuesto, es lo que también has dicho: en la práctica no hay mucho margen para la duda. En este caso concreto de la poligamia, es fácil comprender por qué hay que decir que no.

8:29 p. m.  

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