El último sueño de Fidel Castro (III)

¿Y qué tiene que ver el maldito Castro con todo esto? Pues que ahora comprendo que no está realmente muerto. Puede que esté vivo, puede que en coma, pero aún no ha estirado esa pata despótica y hedionda que ha usado para aplastar a tanta gente. Lo sé porque ahora sé el destino que el viejo y astuto Ole Lukøje le tiene reservado...

Fidel Castro será condenado a vagar eternamente por una carretera cubana sin asfaltar montado en una vieja moto rusa (en una condición mucho peor que la de la imagen, por supuesto). A él, que tanto le gusta mandar, le tocará ir en el sidecar, machacándose la próstata cada vez que la moto pegue un bote en la ruinosa carretera. Al volante irá, en cambio, Gabriel García Márquez... y no, no tendrá dos cuentos para contar, porque el condenado Gabo sólo conoce uno: Castro estará obligado a escuchar una y otra vez, per secula seculorum, las historias de Macondo y de Aureliano Buendía, hasta que se arranque los pelos de la barba de la desesperación. El colombiano es la pieza que falta para que Castro cierre el círculo de su horrible destino.

Para completar el castigo, Gabo irá escoltado nada más y nada menos que por Ernesto Guevara, el puñetero Che, que cabalgará en el asiento trasero. El criminal argentino intentará encender todo el tiempo un puro empapado de agua y gasolina, y se pasará toda la ruta haciéndole guiños a Castro para que le permita fusilar a Gabo... cuando no esté alardeando de sus conocimientos sobre la guerra de guerrillas y sobre cómo dirigir una economía socialista.

Por último, si la puñetera moto infernal rusa no aguanta el maltrato durante toda la eternidad, los tres tienen reservada una balsa sin provisiones para que intenten cruzar el río Estigia sin ser descubiertos por Caronte. En el caso de que superen la prueba de la moto y sufran este segundo castigo, a Gabriel García Márquez se le permitirá que cuente historias de náufragos.