Albedo
Hay, ¡qué duda cabe!, cierto placer perverso en las metamorfosis. Una muela se inflama, y nos aterra pensar hasta dónde puede llegar el dolor. Pero una vez superado el miedo al infinito, palpamos el flemón con la punta de la lengua, maravillándonos de su crecimiento. Nos fascina ver crecer las cosas, incluso cuando lo que crece es el Mal...
... así discurría en mi delirio mientras me hundía en la nada final. ¿Merecía la pena luchar para postergar lo inevitable? ¿Por qué desear lo imposible? El Deseo sólo causa Pesar. Mientras menos tienes, más hay que desear, y te asalta el miedo al dolor infinito, al dolor que crece amorfo, sin límites. Y es que hay cierto placer perverso en las metamorfosis. Entonces pensé en todos aquellos cambios que nunca vería.
Tengo una amiga, que es dulce, sabia y hermosa. Es hermosa cuando la veo frente a la gélida mar, protegiendo a la mayor de sus hijas, entonces de pocos meses, del viento frío y celoso. Pero también es hermoso verla alimentar a la más pequeña con su propia sustancia, mientras sus ojos brillan y te habla del futuro. ¿Puede la Muerte amamantar a los hijos que roba a los vivos?
Un putrefacto líquido azul metálico fluye en tenues hilos que convergen en el Abismo. Mi mano logra aferrar la empuñadura de mi espada, e intento levantar los brazos para romper las cuerdas que me atan desde lo alto y me empujan hacia lo más oscuro del Sheol. Es en vano. Me sangran las manos cuando dejo caer los brazos, agotado.
Y entonces comenzaron a acercarse los muertos, con sus terribles gemidos. "¿Dónde se esconde Dios?" – se lamentaba aquel que había consagrado su vida a preparar su muerte, y ahora no reconocía su lugar en el Abismo. "¿Dónde está la Justicia?" – clamaba aquel otro que había rendido su alma en un vagón de tren, confiando en que pronto todos sabrían la verdad. "¿Por qué tan pocos rezan por nuestras almas?" – exclamaba el coro de los asesinados mediante un tiro en la nuca, porque en el Norte, los de las sotanas se negaban a quemar incienso en honor de sus ya olvidados nombres. Dónde. Cuándo. Por qué. Y todos clamando a coro – "Eli, Eli, lama sabachtani".
Entonces supe lo que tenía que hacer. Me puse en pie en medio de la descarnada legión y grité:
y aunque no conocía la letra de la canción que de mí brotaba, comencé a canturrear en apagado falsete. Pronto se unieron otras voces: la de la Doncella Que Sólo Entregó a Dios su Amor, la del Despechado a Quien Prometieron un Paraíso, la del Hombre Entregado por los Suyos, la voz infantil de la Víctima del Deseo Impuro, y las cuerdas de energía inmunda comenzaron a vibrar peligrosamente con la nueva y poderosa armonía.
De repente, el Universo estalló, y del oscuro corazón del Dragón surgió una luz cegadora que nos empujó hacia arriba, hacia la superficie. Salí despedido hacia la constelación del escorpión, y sin saber cómo volví a encontrarme con el cielo azul como único techo.
Etiquetas: alquimia
1 Comments:
Freman, el camarada Verges vuelve a las andadas
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