¡Vivan las cadenas!
La baronesa Thyssen amenaza con encadenarse a un árbol para irritar las almorranas del Alcalde. Ya ha salido algún guasón preguntando en cuál joyería encargará las cadenas, que se presumen de oro de primera ley. Así cualquiera: ¡qué vivan esas "caenas"!
Pero nuestro Alcalde, el de las Almorranas, no está solo en esta desigual pelea. Al fin y al cabo, la baronía de la baronesa es bastante proletaria: se la ha ganado con el sudor de su aristocrático coño. A la nobleza vaginal, el Alfeñique Almibarado puede oponer la verdadera aristocracia: la del ADN deshilachado y casi inservible. Si se gastó casi cien kilitos en Remondo, el caballito cojo, para que lo montase el nene de la duquesa de Alba, ¡qué menos que esperar un duelo goyesco entre la Tita y la Cayetana! Hasta los nobles deben ser un poquillo agradecidos, ¿no?

Y mientras estos hechos acaecen en la capital del Reino Republicano, uno, como todos los años, debe ir aceitándose el bolsillo para pagar el diezmo a la Hacienda, para que la vida siga igual en esta Hispania, a punto de dejar de serlo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Inicio